Alguno ya lo sabe, otros se lo huelen y muchos van a flipar con lo mal que está el mundo cuando se enteren. Pero este pedazo de friki que os está escribiendo es un jurista de reconocida incompetencia, como a mi me gusta denominarme. Y me denomino así mitad en broma, mitad en serio; porque sigo pensando que lo de "jurista" me sigue quedando grande. Es una especie de complejo de Peter Pan jurídico; yo por dentro sigo siendo un estudiante de primer año de carrera eterno, por muchos títulos acabados que pueda colgar ya en la pared.
|
Graduación de un estudiante de Derecho: "Usted es licenciado en chorradas" |
Pero lo cierto es que yo me gano la vida desentrañando compendios de normas que, a veces, parecen redactados a mala leche. Los estudio, los completo (con otras normas, jurisprudencia, doctrina...) y analizo los efectos que producen en el ordenamiento jurídico y en casuísticas concretas. Después, redacto un tocho enorme (que algunos llaman "dictamen jurídico", pero que yo prefiero seguir denominando sencillamente como "tochaco"), cuya intención es la de reducir un tema complejo a algo un pelín pesado de leer, pero sencillo de comprender, que, en mi caso, va dirigido, fundamentalmente, a legos en Derecho.
Supongo que todo esto ya os estará sonando de algo. Pero bueno, la cuestión es que al final pongo la consabida coletilla de "salvo mejor criterio en Derecho" (para no quedar como un maldito prepotente que se cree más listo que el legislador o que otros juristas) y se lo envío al que me lo haya encargado. Asegurándole con ello una tarde entretenida de lectura; que posiblemente terminará con el susodicho destinatario pegándose un tiro en la sien.
|
Cliente termina de leer un dictamen jurídico de 30 páginas. |
Pero cuando optan por seguir viviendo, también entra en juego la otra faceta de mi trabajo: la de asesoría jurídica pura y dura; es decir, resolver las dudas que vayan surgiendo en el día a día. Es la más importante, en realidad, porque solo en raras ocasiones se necesita un informe de gran extensión y lo normal es ir saliendo del paso con la resolución de dudas y realizando los trámites rutinarios de siempre.
Al final, la diferencia fundamental entre lo que hago en este blog y la actividad que realizo profesionalmente es que mis clientes de la vida real me pagan con dinero y los lectores de este blog mío me pagan con comentarios, correos electrónicos y amor friki. O sea, que lo que hago aquí está mucho mejor pagao y me quita mucho menos tiempo*.
* Por cierto, habréis notado que llevo unos meses muy a medio gas. Es culpa de mis clientes de la vida real. Malditos sean. Y también de dos mujeres que ocupan gran parte de mi tiempo libre.
Pero bueno, lo que venía a contaros hoy es que cuando uno entra en el primer año de la carrera de Derecho, empieza a ver el mundo de una manera distinta. Algunos profesores (los buenos) te avisan de ello, para que no te pille por sorpresa. Y es que cada nueva asignatura que estudias va añadiendo una capa más de cristal a las gafas de jurista con las que a partir de ese momento empezarás a ver el mundo.
Cuando terminas la carrera, las susodichas gafas tienen ya un grosor considerable. Y, ya con esas gafas de culo de vaso puestas, dónde muchos ven a un señor comprando warjamers en la tienda friki del barrio, tu ves un contrato verbal de compraventa (con previa evasión de parte del capital familiar en muchos casos). Y ya no vuelves a a invitar simplemente a una copa a nadie, sino que ejecutas una donación inter vivos, que en algunos casos será pura y, en otros, condicional (a que el invitado se quede un rato más, ¡joder!, ¡que la noche es joven!).
|
Tus amigos quieren ir "por esa callecita" a la playa. Pero tú en el fondo sabes que estarás pasando por el predio sirviente de una servidumbre legal de paso hacia la línea de costa. |
Así que, al igual que cuando Neo resucita y empieza a ver el código fuente de Matrix por todas partes; tú empiezas a darte cuenta de que
absolutamente todo en este mundo es Derecho. Y precisamente ese es el problema. Porque también te das cuenta de que el mundo en el que vivimos es demasiado complejo como para ser descrito de una forma concienzuda y correcta por un puñado de simios con complejo de grandeza.
Y eso también pasa con los juegos. Porque somos demasiado simples como para idear juegos con un conjunto de normas claras y sin fisuras*. Así que me he sacado de la manga una nueva "serie" de artículos para la web: "
Derecho friki". Y los artículos que cuenten con esa etiqueta trataran sobre la relación que hay entre nuestras frikadas y los conceptos jurídicos serios. Porque la hay. Y mucha.
* Salvo honrosas excepciones de juegos con una complejidad tan elegante, que a priori hasta llegan a parecer simples.
Y como todo lo que saco por aquí, no tengo ni idea de a qué perfil de usuario va dirigida, ni cuántas personas tendrán la suficiente paciencia como para leerse esos tochos. Pero así de raro es este blog. Así que si tú eres uno de esos raros frikis que llega hasta el final de los tochacos de texto que salen por aquí, ¡permanece atento!, porque ya mismo sale el primer artículo de Derecho friki, en el que trataremos
la interpretación jurídica y el derecho consuetudinario. Ná má y ná meno.
¡Un saludo, frikis!